Eran los primeros días del 2015 y Adalberto Peñaranda se encontraba de vacaciones en Venezuela por lo que salió junto a un su amigo salieron de fiesta en las zonas más acaudaladas del país.
Cuando se encontraban comiendo comenzó una discusión entre su compañero y otra persona. La pelea fue tan grande que el agresor sacó una arma de fuego y les apunto a ambos; Peñaranda y su amigo rápidamente corrieron al auto pero el agresor disparo hacia el futbolista.
Aitor Alcalde Colomer/GettyImages
Afortunadamente el disparo no llevaba la dirección correcta y sólo atravesó el muslo del futbolista.
“Gracias a Dios la bala entró en el muslo y salió sin tocar nada más que músculo. Me recuperé en pocas semanas. Salíamos de una fiesta en Caracas y empezaron los disparos. A mi compañero de equipo le dieron en las costillas pero por suerte se pudo recuperar también. Me di cuenta de que el disparo fue a pocos centímetros de la rodilla y gracias a Dios no dejó secuelas. Fíjese que pudo ser el fin de mi carrera o algo mucho peor.”
Después de ese increíble hecho, Adalberto Peñaranda fue apodado ¨El niño del balazo¨, haciendo tributo a la suerte que tuvo para seguir viviendo y para poder continuar su carrera como profesional.